Sunday 19 December 2021

Preparación para Navidad.

1. Lectura Mamás, Papás e Hijos.



2. Lectura Bíblica.

Lean el capituló del Nuevo Testamento del nacimiento de Jesús.
No les puedo decir que capituló es porque no teje mi biblia.

Durante las vacaciones lean los capítulos siguientes donde nos quedamos, traten de leer los capítulos del viejo testamento es decir hasta antes del nacimiento de Jesús.

3. Vídeos para hacer dibujo y enviar un dibujo en whatsApp mostrando sus dibujos y comentarios.

Véalo los es este orden.

3.1 La primera Navidad.


3.2 La amnesia de Papa Noël son dos vidéos  cortos








Sunday 5 December 2021

Material para la réunion del 14 de Diciembre.

 Lectura Biblica:

Capitulos 12 y 13 


Lectura para Mamas & Papas.


Querido Amigo:

Hola, te amo mucho. Como sabrás, nos estamos acercando otra vez a la fecha en que festejan mi nacimiento.

El año pasado hicieron una gran fiesta en mi honor y me da la impresión que este año ocurrirá lo mismo. A fin de cuentas ¡llevan meses haciendo compras para la ocasión y casi todos los días han salido anuncios y avisos sobre lo poco que falta para que llegue!

La verdad es que se pasan de la raya, pero es agradable saber que por lo menos un día del año, piensan en mí. Ha transcurrido ya mucho tiempo cuando comprendían y agradecían de corazón lo mucho que hice por toda la humanidad.

Pero hoy en día, da la impresión de que la mayoría de la gente apenas si sabe por qué motivo se celebra mi cumpleaños.

Por otra parte, me gusta que la gente se reúna y lo pase bien y me alegra sobre todo que los niños se diviertan tanto; pero aún así, creo que la mayor parte no sabe bien de qué se trata. ¿No te parece?

Como lo que sucedió, por ejemplo, el año pasado: al llegar el día de mi cumpleaños, hicieron una gran fiesta, pero ¿Puedes creer que ni siquiera me invitaron? ¡Imagínate! ¡Yo era el invitado de honor! ¡Pues se olvidaron por completo de mí!.

Resulta que habían estado preparándose para las fiestas durante dos meses y cuando llegó el gran día me dejaron al margen. Ya me ha pasado tantísimas veces que lo cierto es que no me sorprendió.

Aunque no me invitaron, se me ocurrió colarme sin hacer ruido. Entré y me quedé en mi rincón. ¿Te imaginas que nadie advirtió siquiera mi presencia, ni se dieron cuenta de que yo estaba allí?

Estaban todos bebiendo, riendo y pasándolo en grande, cuando de pronto se presentó un hombre gordo vestido de rojo y barba blanca postiza, gritando: "¡jo, jo, jo!".

Parecía que había bebido más de la cuenta, pero se las arregló para avanzar a tropezones entre los presentes, mientras todos los felicitaban.

Cuando se sentó en un gran sillón, todos los niños, emocionadísimos, se le acercaron corriendo y diciendo: ¡Santa Clos! ¡Cómo si él hubiese sido el homenajeado y toda la fiesta fuera en su honor!

Aguanté aquella "fiesta" hasta donde pude, pero al final tuve que irme. Caminando por la calle me sentí solitario y triste. Lo que más me asombra de cómo celebra la mayoría de la gente el día de mi cumpleaños es que en vez de hacer regalos a mí, ¡se obsequian cosas unos a otros! y para colmo, ¡casi siempre son objetos que ni siquiera les hacen falta!

Te voy a hacer una pregunta: ¿A tí no te parecería extraño que al llegar tu cumpleaños todos tus amigos decidieron celebrarlo haciéndose regalos unos a otros y no te dieran nada a tí? ¡Pues es lo que me pasa a mí cada año!

Una vez alguien me dijo: "Es que tú no eres como los demás, a ti no se te ve nunca; ¿Cómo es que te vamos a hacer regalos?". Ya te imaginarás lo que le respondí.

Yo siempre he dicho "Pues regala comida y ropa a los pobres, ayuda a quienes lo necesiten. Ve a visitar a los huérfanos, enfermos y a los que estén en prisión!".

Le dije: "Escucha bien, todo lo que regales a tus semejantes para aliviar su necesidad, ¡Lo contaré como si me lo hubieras dado a mí personalmente!" (Mateo 25,34-40).

Muchas personas en esta época en vez de pensar en regalar, hacen bazares o ventas de garaje, donde venden hasta lo que ni te imaginas con el fin de recaudar hasta el último centavo para sus nuevas compras de Navidad.

Y pensar todo el bien y felicidad que podrían llevar a las colonias marginadas, a los orfanatorios, asilos, penales o familiares de los presos.

Lamentablemente, cada año que pasa es peor. Llega mi cumpleaños y sólo piensan en las compras, en las fiestas y en las vacaciones y yo no pinto para nada en todo esto. Además cada año los regalos de Navidad, pinos y adornos son más sofisticados y más caros, se gastan verdaderas fortunas tratando con esto de impresionar a sus amistades.

Esto sucede inclusive en los templos. Y pensar que yo nací en un pesebre, rodeado de animales porque no había más.

Me agradaría muchísimo más nacer todos los días en el corazón de mis amigos y que me permitieran morar ahí para ayudarles cada día en todas sus dificultades, para que puedan palpar el gran amor que siento por todos; porque no sé si lo sepas, pero hace 2 mil años entregué mi vida para salvarte de la muerte y mostrarte el gran amor que te tengo.

Por eso lo que pido es que me dejes entrar en tu corazón. Llevo años tratando de entrar, pero hasta hoy no me has dejado. "Mira yo estoy llamando a la puerta, si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos". Confía en mí, abandónate en mí. Este será el mejor regalo que me puedas dar. Gracias

Tu amigo
Jesús




Video para los Chicos.

Dos historias, dos dibujos.


Superlibro - La Prueba de Fuego


Sunday 21 November 2021

Material para la reunión del 30 de Noviembre.

 Lectura Biblica:

Capitulos 10 y 11 


Lectura para Mamas & Papas.


EL AHIJADO DE LA MUERTE

Cuento popular alemán recogido por los Hermanos Grimm

Un pobre hombre tenía doce hijos y necesitaba trabajar día y noche para poder darles pan. Cuando el decimotercero vino al mundo, no supo encontrar solución a su necesidad, corrió a la carretera y quiso pedirle al primero que encontrase que fuera su compadre. El primero al que encontró fue a Dios. Él sabía ya lo que angustiaba al hombre y le dijo:

-Pobre hombre, me das pena. Yo seré el padrino, cuidaré de él y lo haré feliz en la tierra.

El hombre dijo:

-¿Quién eres tú?

-Yo soy Dios.

-Pues no te quiero como compadre -dijo el hombre-. Tú das a los ricos y dejas que los pobres pasen hambre.

Esto lo dijo el hombre porque ignoraba lo sabiamente que Dios reparte la pobreza y la riqueza. Por tanto, se alejó del Señor y prosiguió su camino. Entonces, se le acercó el diablo y dijo:

¿Qué buscas? Si me quieres de padrino de tu hijo, le daré oro en abundancia y todos los placeres del mundo.

El hombre preguntó:

-¿Quién eres tú?

-Yo soy el demonio.

-Entonces no te quiero por compadre -dijo el hombre-. Tú engañas y corrompes a los hombres.

Siguió andando, y en esto llegó la enjuta muerte que avanzó hasta él y dijo:

-¿Me quieres de compadre?

El hombre dijo:

-¿Quién eres tú?

-Yo soy la Muerte, que hace a todos igual.

-Tú eres la persona indicada: te llevas tanto a los ricos como a los pobres sin hacer diferencias; tú debes ser mi compadre.

La Muerte respondió:

-Yo haré a tu hijo rico y famoso, pues a aquel que me toma como amigo no le falta de nada.

El hombre dijo:

-El próximo domingo es el bautizo, así que procura llegar a tiempo.

La Muerte apareció como había prometido, y fue una buena madrina. Cuando el muchacho creció, se le apareció y le hizo ir con él. Lo llevó al bosque, le enseñó una hierba que allí crecía y dijo:

-Ahora recibirás tu regalo de ahijado. Yo te haré un médico famoso. Cuando te llamen a ver un enfermo, yo estaré allí cada vez; si estoy a la cabeza del enfermo, puedes hablar con audacia y decir que quieres curarlo, le das esta hierba y él sanará. Pero si estoy a los pies del enfermo, entonces me pertenece y tienes que decir que toda ayuda es inútil y que no lo puede salvar ningún médico en el mundo.

No transcurrió demasiado tiempo para que el joven se convirtiera en el médico más famoso del mundo. “No le hace falta más que ver al enfermo y ya sabe cómo está la cosa, si sanará o morirá”, se decía de él. Y de todos los lugares llegaba gente, le llevaban enfermos y le daban tanto oro que pronto fue un hombre rico. Entonces sucedió que el rey enfermó. El médico fue avisado para decir si era posible la curación. Cuando llegó junto a la cama, la muerte estaba a los pies, y para el enfermo no había ya hierba alguna que sirviera para sanarle.

“Si pudiera engañar por una vez a la Muerte -pensó el médico-, estoy seguro de que no lo tomará a mal, ya que soy su ahijado, y hará la vista gorda; lo intentaré”.

Cogió al enfermo y lo colocó del revés, de tal manera que la Muerte pasó a estar a la cabeza del enfermo. Luego le dio la hierba y el rey se recuperó y sanó. La Muerte, sin embargo, fue a ver al médico, llevaba cara larga y de pocos amigos y, amenazándole con el dedo, dijo:

-Te has burlado de mí; por ahora te lo pasaré, porque eres mi ahijado, pero si te atreves otra vez, te agarraré por el cuello y te llevaré a ti conmigo.

Poco después, cayó gravemente enferma la hija del rey. Era su única hija, él lloraba día y noche, tanto que se le cegaron los ojos e hizo saber públicamente que quien la salvara de la muerte se convertiría en su marido y heredaría la corona. El médico, cuando llegó a la cama de la enferma, vio a la muerte a sus pies. Hubiera debido acordarse de la advertencia de su madrina, pero la gran belleza de la hija del rey y la felicidad de ser su marido le trastornó tanto que hizo caso omiso de sus pensamientos. No vio que la Muerte le lanzaba miradas furibundas, levantando la mano hacia arriba y amenazándole con el puño flaco; levantó a la enferma y le colocó la cabeza donde había tenido los pies. Le dio la hierba y pronto se colorearon sus mejillas y la vida volvió de nuevo.

La Muerte, cuando se vio engañada por segunda vez en lo que era su propiedad, se dirigió con grandes pasos hacia el médico y dijo:

-Estás perdido, ¡ahora te toca a ti!

Le cogió con su mano helada de forma tan fuerte que no pudo oponer resistencia y le llevó a una cueva subterránea. Entonces, vio cómo ardían miles y miles de luces en hileras interminables a la vista, unas grandes, otras medianas, otras pequeñas. Cada minuto se apagaban algunas y otras volvían a arder, de tal manera que las llamitas constantemente cambiantes parecían saltar de un lado a otro.

-¿Ves? -dijo la Muerte-. Estas son las luces de la vida de los hombres. Las grandes son de los niños, las medianas pertenecen a matrimonios en sus mejores años, las pequeñas pertenecen a los ancianos. Pero también, a menudo, niños y jóvenes tienen una pequeña luz.

-Muéstrame la luz de mi vida -dijo el médico, pensando que todavía era muy grande.

Pero la muerte señaló un pequeño cabito que amenazaba con apagarse y dijo:

-¿Ves? Esa es.

-¡Ay!, querido padrino -dijo el médico asustado-. Enciéndeme una nueva, hazlo por mí, para que pueda gozar de mi vida, ser rey y marido de la hermosa hija del rey.

-Yo no puedo -contestó la Muerte-. Antes tiene que apagarse una para que prenda una nueva.

-Coloca la antigua sobre una nueva, para que arda rápidamente cuando aquella se acabe -dijo el médico.

La muerte hizo como si quisiera cumplir su deseo; acercó una gran luz, pero como quería vengarse, intencionadamente se equivocó al colocarla y el cabito se cayó y se apagó. Rápidamente el médico se deslomó y fue a parar a los brazos de la muerte.



Video para los Chicos.

Dos historias, dos dibujos.



La Odisea de Job 

https://www.youtube.com/watch?v=A83lpbIEfFs







Naaman.

https://gloria.tv/share/cWvAKHpBwDRi6jZQoRuvLwhhB

vinculo para poder ver el video.


 





Tuesday 2 November 2021

Material para el 16 de Noviembre

 Lectura Biblica:

Capitulos 9 


Lectura para Mamas & Papas.


Fiesta y diversión: ocio y tiempo libre (2)

Los días festivos son una oportunidad para descansar. Pero para los cristianos, suponen también una ocasión para disfrutar en familia, educar a los hijos y tratar con más tranquilidad a Dios.


Por: J.M. Martín y M. Díez | Fuente: http://www.opusdei.es



Bendijo Dios el día séptimo y lo santificó, porque ese día descansó Dios de toda la obra que había realizado en la creación[1]. En la unidad de la existencia personal, trabajo y tiempo libre no se deben separar; por eso urge empeñarse en un apostolado de la diversión[2], que contrarreste la tendencia a concebir el ocio como pura evasión[3], aun a costa de romper la unidad del hombre.

EL DESCANSO DE DIOS

El tiempo libre por antonomasia es el que se da en los días de fiesta: se rompe la monotonía de lo cotidiano, porque se celebran acontecimientos que son decisivos o determinantes para un grupo de personas, ya sea una familia o una nación. En la tradición judeo-cristiana la fiesta posee un sentido religioso que está asociado al gozoso descanso de Dios. Porque una vez terminada la creación, bendijo Dios el día séptimo y lo santificó. Casi se podría decir que Dios se maravilla ante su obra, especialmente ante la grandeza de esa criatura –el hombre– que ha llamado a la comunión con Él. Y santificando el sábado, “creando” el día de fiesta, ha querido asociar a la humanidad entera a su mirada bondadosa hacia el mundo. Por eso, de algún modo, «del descanso de Dios, toma sentido el tiempo»[4]: cualquier tiempo, el del trabajo y el del descanso, pues vio Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno[5].

Para el cristiano, además, el domingo, día del Señor, dies Christi[6], es el día consagrado al Señor dondequiera que habitéis[7]. Cada domingo recordamos y celebramos en la liturgia de la Iglesia la resurrección de Cristo, la nueva creación, la salvación del género humano, la liberación del mundo, su destinación final. Si bien la novedad del cristianismo hace que hayan decaído «las manifestaciones del sábado judío, superadas por el “cumplimiento” dominical, son válidos los motivos de fondo que imponen la santificación del “día del Señor”, indicados en la solemnidad del Decálogo, pero que se han de entender a la luz de la teología y de la espiritualidad del domingo»[8]. Jesucristo mismo, Señor del sábado[9], explica el auténtico sentido del descanso sabático, orientándolo «hacia su carácter liberador, junto con la salvaguardia de los derechos de Dios y de los derechos del hombre»[10].

Bajo esta luz, el domingo muestra la novedad del mundo, la novedad de la nueva creación en Cristo. De algún modo, todo tiempo es ya tiempo de fiesta, porque es tiempo de Dios y para Dios. En la existencia humana se unen trabajo y tiempo libre; y ambos comprenden una llamada a la contemplación y a la oración. Dios nos da el tiempo para que podamos entretenernos con Él, asociarnos a su descanso y a su trabajo[11], admirar su belleza y la hermosura de su obra.

Parte de la misión educativa de los padres consiste en mostrar a los hijos ese carácter de don que poseen las fiestas. Hace falta poner un poco de esfuerzo a la hora de organizar el domingo –o cualquier periodo de descanso–, de modo que Dios no aparezca como algo ajeno o molesto, introducido en el último momento, en los planes previstos. Si los hijos ven que se piensa con antelación cómo y cuándo asistir a la Santa Misa, o recibir los sacramentos, comprenderán de modo natural que «el tiempo libre permanece vacío si en él no está Dios»[12]. El consejo de Benedicto XVI se muestra precioso bajo esta luz: «¡Queridos amigos! A veces, en principio, puede resultar incómodo tener que programar en el domingo también la Misa. Pero si os empeñáis, constataréis más tarde que es exactamente esto lo que le da sentido al tiempo libre. No os dejéis disuadir de participar en la Eucaristía dominical y ayudad también a los demás a descubrirla»[13].

Por eso, un cristiano que quiere vivir el Evangelio planifica su fin de semana poniendo, en primer lugar, su participación en la Santa Misa; y busca organizar sus viajes o desplazamientos –especialmente cuando van a ser largos– garantizando su asistencia al Santo Sacrificio el domingo o los otros días de precepto. Por su parte, «los Pastores tienen el correspondiente deber de ofrecer a todos la posibilidad efectiva de cumplir el precepto. En esta línea están las disposiciones del derecho eclesiástico, como por ejemplo la facultad para el sacerdote, previa autorización del Obispo diocesano, de celebrar más de una Misa el domingo y los días festivos, la institución de las Misas vespertinas y, finalmente, la indicación de que el tiempo válido para la observancia de la obligación comienza ya el sábado por la tarde, coincidiendo con las primeras Vísperas del domingo»[14].

EL TIEMPO DE LAS VIRTUDES

Ya se han señalado las oportunidades educativas que encierra el tiempo libre para moldear la personalidad de los hijos. Juegos, excursiones, deporte no son solo parte esencial de la vida de los jóvenes, sino que a través de ellos los padres pueden conocer mejor a sus hijos, y transmitirles deseos de aprender y de darse a los demás. Deseos que se concretan en tareas y van cuajando en hábitos, en lo que los clásicos llaman virtudes. Así, el tiempo libre deja de ser “el tiempo para las cosas banales”, y se transforma en tiempo cualitativo, creativo. En resumen, en momentos preciosos para que los hijos asuman e interioricen su libertad.

Formar a los hijos en el ocio, por otra parte, supone proponerles actividades que les resulten atrayentes y que respeten su modo de ser. En la medida en que una familia comparte momentos felices, sienta las bases para prevenir pasatiempos nocivos en el futuro: los períodos trascurridos con los padres en la infancia –en los que experimentan la alegría del dar y recibir, de la generosidad– quedan grabados para siempre, y servirán de protección cuando los hijos tengan que enfrentarse al falso atractivo de lo que aleja de Dios.

Por el contrario, si los padres entienden las vacaciones y el tiempo libre como simple oportunidad de evasión o de disfrute pueden acabar descuidando un aspecto central en la educación. No se trata de “transmitir” a los hijos una visión del tiempo libre como un “hacer sólo cosas útiles”, en el sentido que es útil estudiar una materia o aprender un idioma, o ir a clases de natación o de piano (ocupaciones que, en el fondo, no difieren mucho de la instrucción que suministran muchas escuelas); sino de enseñar a emplear esos periodos de un modo equilibrado.

En este sentido, el tiempo libre proporciona situaciones favorables para desarrollar la unidad de vida: se trata de fomentar en los hijos personalidades firmes, capaces de gestionar la propia libertad y de ejercitar la fe de manera coherente; y que aprendan así a convivir con los demás, a aspirar a una vida cumplida.

Un gran enemigo en este campo es el “matar el tiempo”, porque cuando el cristiano mata su tiempo en la tierra, se coloca en peligro de matar su Cielo[15]. Actúa así quien por egoísmo se retrae, se esconde, se despreocupa[16] de los otros; quien en esos momentos se busca a sí mismo desordenadamente, sin dar cabida a Dios o a los demás. Educar en y para el tiempo libre compromete a los padres. Ellos son siempre –aun de modo inconsciente– el modelo que más incide en la formación de los hijos; y como educadores no pueden dar la impresión de que se aburren, o reposan no haciendo nada. Su modo de descansar debe, de algún modo, estar abierto al entretenimiento con Dios, al servicio a los demás. Los hijos han de entender que el ocio permite >distraernos en actividades que exigen menos esfuerzo[17], mientras se aprenden cosas nuevas, se cultiva la amistad, se mejora la vida de la familia.

LA DIVERSIÓN DE LOS JÓVENES

Muchos padres –con parte de razón– temen la presión del ambiente, que en las sociedades de consumo propone diversiones deletéreas y superficiales. El problema de fondo es universal: los jóvenes quieren ser felices, pero no siempre saben cómo; y, con frecuencia, ni siquiera saben en qué consiste la felicidad, porque nadie se lo ha explicado convincentemente, o no la han experimentado. Para la gran mayoría, el problema de la felicidad se reduce a tener un trabajo bien remunerado, gozar de buena salud, y vivir en una familia que les quiera y en la que poder apoyarse. Aunque los jóvenes manifiesten algunas veces cierta rebeldía, admiten de ordinario que tienen que rendir en el estudio, pues entienden que buena parte de su futuro depende de sus calificaciones escolares.

Todo esto es compatible con el afán por reivindicar su propia autonomía a la hora de organizar el tiempo libre. En algunos casos, lo hacen siguiendo la senda que marcan las industrias del entretenimiento, que a menudo promueven diversiones que dificultan o impiden el crecimiento en virtudes como la templanza. Pero, en último término, la desorientación de los jóvenes no es distinta de la que se da en bastantes adultos: confunden la felicidad, que es resultado de una vida lograda, con una efímera sensación de pseudo alegría.

Estas desviaciones, reales, no pueden hacernos olvidar que todos hemos sentido movimientos de rebeldía hacia nuestros mayores, cuando comenzábamos a formar con autonomía nuestro criterio[18]. Forma parte del proceso normal de maduración, como se aprecia al considerar que, ante la pregunta sobre cómo se divierten, el “con quién” es siempre más significativo que el “qué”: quieren estar con sus coetáneos y fuera de casa, es decir, sin la familia y sin adultos; y de hecho, las actividades que asocian a un mayor disfrute es salir con sus amigos y escuchar música. Incluso, cuando el consumo es –como sucede en algunas sociedades– una forma de distraerse, adquiriendo cosas a veces innecesarias (ropa, móviles, accesorios informáticos, videojuegos, etc.), sucede que es solo el medio para estar con los amigos.

Resulta importante, por eso, proponer formas de diversión que respeten la estructura de la persona, es decir, la tendencia a la felicidad que todos tenemos: los padres deben afrontar esta tarea promoviendo, con la ayuda de otras familias, lugares adecuados en los que los hijos puedan madurar humana y espiritualmente durante su tiempo libre. Se trata, en definitiva, de fomentar diversiones e intereses que fortalezcan el sentido de la amistad, de la responsabilidad de cuidar o apoyar a las personas que aprecian. La juventud ha tenido siempre una gran capacidad de entusiasmo por todas las cosas grandes, por los ideales elevados, por todo lo que es auténtico[19]. Los padres pueden y deben contar con esa realidad: dedicándoles tiempo, hablando con ellos, dándoles ejemplo de alegría, sobriedad y sacrificio desde que son pequeños. Porque educar no significa imponerles una conducta, sino mostrarles los motivos, sobrenaturales y humanos, que la aconsejan. En una palabra, respetar su libertad, ya que no hay verdadera educación sin responsabilidad personal, ni responsabilidad sin libertad[20].


Video para los chicos.

Hacer un dibujo 


Superlibro - Deja ir a mi Pueblo 

https://www.youtube.com/watch?v=DZTWoBa148E



Superlibro - Los 10 Mandamientos

https://www.youtube.com/watch?v=s5skboxbipg




Friday 22 October 2021

Proxima Reunion 2 de Noviembre

 Lectura Biblica:

Capitulos 6, 7 y 8 


Lectura para Mamas & Papas.

Los efectos y frutos de la Eucaristía

Los efectos que produce la Eucaristía en el alma son consecuencia de la unión con Cristo.


Por: Cristina Cendoya de Danel | Fuente: Catholic.net



Efectos

Cuando recibimos la Eucaristía, son varios los efectos que se producen en nuestra alma. Estos efectos son consecuencia de la unión íntima con Cristo. Él se ofrece en la Misa al Padre para obtenernos por su sacrificio todas las gracias necesarias para los hombres, pero la efectividad de esas gracias se mide por el grado de las disposiciones de quienes lo reciben, y pueden llegar a frustrarse al poner obstáculos voluntarios al recibir el sacramento.

Por medio de este sacramento, se nos aumenta la gracia santificante. Para poder comulgar, ya debemos de estar en gracia, no podemos estar en estado de pecado grave, y al recibir la comunión esta gracia se nos acrecienta, toma mayor vitalidad. Nos hace más santos y nos une más con Cristo. Todo esto es posible porque se recibe a Cristo mismo, que es el autor de la gracia.

Nos otorga la gracia sacramental propia de este sacramento, llamada nutritiva, porque es el alimento de nuestra alma que conforta y vigoriza en ella la vida sobrenatural.

Por otro lado, nos otorga el perdón de los pecados veniales. Se nos perdonan los pecados veniales, lo que hace que el alma se aleje de la debilidad espiritual.


Necesidad

Para todos los bautizados que hayan llegado al uso de razón este sacramento es indispensable. Sería ilógico, que alguien que quiera obtener la salvación, que es alcanzar la verdadera unión íntima con Cristo, no tuviera cuando menos el deseo de obtener aquí en la tierra esa unión que se logra por medio de la Eucaristía.

Es por esto que la Iglesia nos manda a recibir este sacramento cuando menos una vez al año como preparación para la vida eterna. Aunque, este mandato es lo menos que podemos hacer, se recomienda comulgar con mucha frecuencia, si es posible diariamente.



Ministro y Sujeto

Únicamente el sacerdote ordenado puede consagrar, convertir el pan el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sólo él está autorizado para actuar en nombre de Cristo. Fue a los Apóstoles a quienes Cristo les dió el mandato de “Hacer esto en memoria mía”, no se lo dió a todos los discípulos. (Cfr. Lc. 22,).

Esto fue declarado en el Concilio de Letrán, en respuesta a la herejía de los valdenses que no aceptaban la jerarquía y pensaban que todos los fieles tenían los mismos poderes. Fue reiterado en Trento, al condenar la doctrina protestante que no hacía ninguna diferencia entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio de los fieles.

Los que han sido ordenados diáconos, entre sus funciones, está la de distribuir las hostias consagradas, pero no pueden consagrar. Actualmente, por la escasez de sacerdotes, la Iglesia ha visto la necesidad de que existan los llamados, ministros extraordinarios de la Eucaristía. La función de estos ministros es de ayudar a los sacerdotes a llevar la comunión a los enfermos y a distribuir la comunión en la Misa.

Todo bautizado puede recibir la Eucaristía, siempre que se encuentre en estado de gracia, es decir, sin pecado mortal. Haya tenido la preparación necesaria y tenga una recta intención, que no es otra cosa que, tener el deseo de entrar en unión con Cristo, no comulgar por rutina, vanidad, compromiso, sino por agradar a Dios.

Los pecados veniales no son un impedimento para recibir la Eucaristía. Ahora bien, es conveniente tomar conciencia de ellos y arrepentirse. Si es a Cristo al que vamos a recibir, debemos tener la delicadeza de estar lo más limpios posibles.

En virtud de que la gracia producida, “ex opere operato”, depende de las disposiciones del sujeto que la va a recibir, es necesaria una buena preparación antes de la comunión y una acción de gracias después de haberla recibido. Además del ayuno eucarístico, una hora antes de comulgar, la manera de vestir, la postura, etc. en señal de respeto a lo que va a suceder.

Frutos de la Eucaristía

El sacramento de la Eucaristía, como todo sacramento, es eficaz. Al recibirlo hay cambios reales en la persona que lo recibe y en toda la Iglesia aunque los cambios no se puedan palpar:

Acrecienta nuestra unión con Jesucristo.

Nos perdona los pecados veniales.

Fortalece la caridad, que en la vida diaria tiende a debilitarse.

Nos preserva de futuros pecados mortales.

Da unidad al Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia.

Fortalece a toda la Iglesia.

Entraña un compromiso en favor de los demás.


Video para los chicos.

Hacer un dibujo 


José, el Rey de los Sueños

https://gloria.tv/post/saADStak27wC3xa82FsbiDzY3













Saturday 9 October 2021

Proxima Reunion 19 de Octubre

  Lectura Biblica:

Capitulos 4 y 5


Videos para los chicos.

Hacer un dibujo de cada video


Superlibro - La Gran Prueba

https://www.youtube.com/watch?v=Nqwfd66AGxk






Superlibro - Jacob y Esaú 


https://www.youtube.com/watch?v=t3dzlbFX014&t=41s






Lectura para Mamas & Papas.


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro
Miércoles 5 de febrero de 2014

Vídeo

 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy os hablaré de la Eucaristía. La Eucaristía se sitúa en el corazón de la «iniciación cristiana», juntamente con el Bautismo y la Confirmación, y constituye la fuente de la vida misma de la Iglesia. De este sacramento del amor, en efecto, brota todo auténtico camino de fe, de comunión y de testimonio.

Lo que vemos cuando nos reunimos para celebrar la Eucaristía, la misa, nos hace ya intuir lo que estamos por vivir. En el centro del espacio destinado a la celebración se encuentra el altar, que es una mesa, cubierta por un mantel, y esto nos hace pensar en un banquete. Sobre la mesa hay una cruz, que indica que sobre ese altar se ofrece el sacrificio de Cristo: es Él el alimento espiritual que allí se recibe, bajo los signos del pan y del vino. Junto a la mesa está el ambón, es decir, el lugar desde el que se proclama la Palabra de Dios: y esto indica que allí se reúnen para escuchar al Señor que habla mediante las Sagradas Escrituras, y, por lo tanto, el alimento que se recibe es también su Palabra.

Palabra y pan en la misa se convierten en una sola cosa, como en la Última Cena, cuando todas las palabras de Jesús, todos los signos que realizó, se condensaron en el gesto de partir el pan y ofrecer el cáliz, anticipo del sacrificio de la cruz, y en aquellas palabras: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo... Tomad, bebed, ésta es mi sangre».

El gesto de Jesús realizado en la Última Cena es la gran acción de gracias al Padre por su amor, por su misericordia. «Acción de gracias» en griego se dice «eucaristía». Y por ello el sacramento se llama Eucaristía: es la suprema acción de gracias al Padre, que nos ha amado tanto que nos dio a su Hijo por amor. He aquí por qué el término Eucaristía resume todo ese gesto, que es gesto de Dios y del hombre juntamente, gesto de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

Por lo tanto, la celebración eucarística es mucho más que un simple banquete: es precisamente el memorial de la Pascua de Jesús, el misterio central de la salvación. «Memorial» no significa sólo un recuerdo, un simple recuerdo, sino que quiere decir que cada vez que celebramos este sacramento participamos en el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. La Eucaristía constituye la cumbre de la acción de salvación de Dios: el Señor Jesús, haciéndose pan partido por nosotros, vuelca, en efecto, sobre nosotros toda su misericordia y su amor, de tal modo que renueva nuestro corazón, nuestra existencia y nuestro modo de relacionarnos con Él y con los hermanos. Es por ello que comúnmente, cuando nos acercamos a este sacramento, decimos «recibir la Comunión», «comulgar»: esto significa que en el poder del Espíritu Santo, la participación en la mesa eucarística nos conforma de modo único y profundo a Cristo, haciéndonos pregustar ya ahora la plena comunión con el Padre que caracterizará el banquete celestial, donde con todos los santos tendremos la alegría de contemplar a Dios cara a cara.

Queridos amigos, no agradeceremos nunca bastante al Señor por el don que nos ha hecho con la Eucaristía. Es un don tan grande y, por ello, es tan importante ir a misa el domingo. Ir a misa no sólo para rezar, sino para recibir la Comunión, este pan que es el cuerpo de Jesucristo que nos salva, nos perdona, nos une al Padre. ¡Es hermoso hacer esto! Y todos los domingos vamos a misa, porque es precisamente el día de la resurrección del Señor. Por ello el domingo es tan importante para nosotros. Y con la Eucaristía sentimos precisamente esta pertenencia a la Iglesia, al Pueblo de Dios, al Cuerpo de Dios, a Jesucristo. No acabaremos nunca de entender todo su valor y riqueza. Pidámosle, entonces, que este sacramento siga manteniendo viva su presencia en la Iglesia y que plasme nuestras comunidades en la caridad y en la comunión, según el corazón del Padre. Y esto se hace durante toda la vida, pero se comienza a hacerlo el día de la primera Comunión. Es importante que los niños se preparen bien para la primera Comunión y que cada niño la reciba, porque es el primer paso de esta pertenencia fuerte a Jesucristo, después del Bautismo y la Confirmación.

 


Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina y otros países latinoamericanos. Pidamos que la celebración de la Eucaristía mantenga siempre viva a la Iglesia, y haga que nuestras comunidades se distingan por la caridad y la comunión. Muchas gracias.